Pontificia Universidad
Javeriana
María Olga Orejuela Fajardo
Información y documentación
HAL y yo
Cuando
comencé a leer el primer capítulo del libro
¿Qué está haciendo internet con nuestras mentes? de Nicholas Carr, empecé
analizar muchas cosas. De alguna forma u otra, me sentí identificada con lo que
Carr menciona en todo el capítulo.
Al
inicio, Carr abordó el tema sobre su mente, su cerebro, que siente que se está
reprogramando, rediseñando, que se está cambiando. Él siente que ya no piensa
igual que antes, se da cuenta de esto
cuando ya no se siente tan atrapado a una lectura larga o a un libro. Antes se
podía dedicar a lecturas extensas, devoraba libros en horas sin distraerse,
pero ahora todo es diferente. La distracción es su peor enemigo cuando se
enfrenta a una lectura larga, pierde el hilo y comienza a pensar en que va
hacer después. Al leer esto, creo que la mayoría de personas se identificaron
con esta situación. Hace unos años podía leer uno o dos libros sin problema, no
me gustaba dedicarme tanto a ver televisión o usar el computador, sentía que la
lectura me atrapaba profundamente, podía leer cuatro horas diarias y las
disfrutaba. Ahora no es lo mismo, precisamente hoy tenía una lectura de nueve
páginas, al leer la tercera página comencé a mirar mi celular, facebook, hasta prendí la televisión,
empecé hacer muchas cosas al tiempo lo cual me llevo a terminar la lectura en 4
horas, lo que podría haberla terminado en solo 20 minutos. Carr explica que
esto se debe a que uno pasa más tiempo online,
buscando y navegando en la web. Como apuntaba McLuhan, los medios no solo
proporcionan la materia del pensamiento sino que también modelan el proceso de pensamiento, es decir,
que al abrir la mente a este nuevo mundo de la tecnología, se va debilitando el
poder de concentración y contemplación, como lo dice el autor “mi mente espera
ahora absorber información de la manera en la que la distribuye la web; en un
flujo veloz de partículas” (Carr, 2010, p.19).
En
el día de hoy, nuestras mentes se han acostumbrado a impregnar mucha
información en tiempo inmediato, ya no necesitamos leer un texto de 20 páginas
para encontrar la idea del texto, ahora podemos encontrar la idea
principal, la historia, las citas,
incluso comentarios y recomendaciones en solo segundos. Cuando comencé a leer
el capítulo pensé que Carr iba apuntar solo las cosas malas acerca de la
perdida de la concentración por la tecnología, pero menciona un punto valido
que me hace cambiar de parecer. Carr hace referencia a Philip Davis, un
doctorado en Comunicación por la Universidad de Cornell, el cual dice:
“Internet puede haber hecho de mí un lector menos paciente, pero creo que en
muchos aspectos me ha hecho más inteligente. Más conexiones a documentos,
artefactos y personas implican más influencias externas en mi pensamiento y,
por lo tanto, en mi escritura” (Carr, 2010, p.20). Apoyo firmemente a Davis, a pesar que se nos
dificulta leer textos largos y nos distraemos fácilmente, siempre hay que
buscarle lo bueno a las cosas. Debemos aprovechar la facilidad que tenemos al
navegar y encontrar información en la Web, debemos nutrir cada vez más nuestro
cerebro para poder ser más inteligentes, encontrar más conexiones, crear nuevas
ideas y globalizarnos. Como lo dice Mario Gutiérrez Popoca en su trabajo
publicado Efectos de la tecnología en la
lectura, “Todos estos fenómenos están siendo objeto de estudio, lo que
resulta evidente es que los niños y jóvenes que están en contacto con las
nuevas herramientas tecnológicas, están desarrollando nuevas
habilidades que es necesario conocer para que las escuelas puedan aprovecharlas
en la labor educativa” (Gutiérrez, 2005).
Bibliografía:
-
Carr, Nicholas.
(2010). ¿Qué está haciendo internet con
nuestras mentes?. Colombia: Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, S. A.
-
Gutiérrez
Popoca, Marco. Efectos de la tecnología
en la lectura, [en línea]. 23 de mayo de 2005. Disponible en la web: http://goo.gl/I20xa