martes, 19 de febrero de 2013


Pontificia Universidad Javeriana
María Olga Orejuela Fajardo
Información y documentación


HAL y yo


Cuando comencé a leer el primer capítulo del libro ¿Qué está haciendo internet con nuestras mentes? de Nicholas Carr, empecé analizar muchas cosas. De alguna forma u otra, me sentí identificada con lo que Carr menciona en todo el capítulo.

Al inicio, Carr abordó el tema sobre su mente, su cerebro, que siente que se está reprogramando, rediseñando, que se está cambiando. Él siente que ya no piensa igual que antes,  se da cuenta de esto cuando ya no se siente tan atrapado a una lectura larga o a un libro. Antes se podía dedicar a lecturas extensas, devoraba libros en horas sin distraerse, pero ahora todo es diferente. La distracción es su peor enemigo cuando se enfrenta a una lectura larga, pierde el hilo y comienza a pensar en que va hacer después. Al leer esto, creo que la mayoría de personas se identificaron con esta situación. Hace unos años podía leer uno o dos libros sin problema, no me gustaba dedicarme tanto a ver televisión o usar el computador, sentía que la lectura me atrapaba profundamente, podía leer cuatro horas diarias y las disfrutaba. Ahora no es lo mismo, precisamente hoy tenía una lectura de nueve páginas, al leer la tercera página comencé a mirar mi celular, facebook, hasta prendí la televisión, empecé hacer muchas cosas al tiempo lo cual me llevo a terminar la lectura en 4 horas, lo que podría haberla terminado en solo 20 minutos. Carr explica que esto se debe a que uno pasa más tiempo online, buscando y navegando en la web. Como apuntaba McLuhan, los medios no solo proporcionan la materia del pensamiento sino que también  modelan el proceso de pensamiento, es decir, que al abrir la mente a este nuevo mundo de la tecnología, se va debilitando el poder de concentración y contemplación, como lo dice el autor “mi mente espera ahora absorber información de la manera en la que la distribuye la web; en un flujo veloz de partículas” (Carr, 2010, p.19).

En el día de hoy, nuestras mentes se han acostumbrado a impregnar mucha información en tiempo inmediato, ya no necesitamos leer un texto de 20 páginas para encontrar la idea del texto, ahora podemos encontrar la idea principal,  la historia, las citas, incluso comentarios y recomendaciones en solo segundos. Cuando comencé a leer el capítulo pensé que Carr iba apuntar solo las cosas malas acerca de la perdida de la concentración por la tecnología, pero menciona un punto valido que me hace cambiar de parecer. Carr hace referencia a Philip Davis, un doctorado en Comunicación por la Universidad de Cornell, el cual dice: “Internet puede haber hecho de mí un lector menos paciente, pero creo que en muchos aspectos me ha hecho más inteligente. Más conexiones a documentos, artefactos y personas implican más influencias externas en mi pensamiento y, por lo tanto, en mi escritura” (Carr, 2010, p.20).  Apoyo firmemente a Davis, a pesar que se nos dificulta leer textos largos y nos distraemos fácilmente, siempre hay que buscarle lo bueno a las cosas. Debemos aprovechar la facilidad que tenemos al navegar y encontrar información en la Web, debemos nutrir cada vez más nuestro cerebro para poder ser más inteligentes, encontrar más conexiones, crear nuevas ideas y globalizarnos. Como lo dice Mario Gutiérrez Popoca en su trabajo publicado Efectos de la tecnología en la lectura, “Todos estos fenómenos están siendo objeto de estudio, lo que resulta evidente es que los niños y jóvenes que están en contacto con las nuevas herramientas tecnológicas, están desarrollando nuevas habilidades que es necesario conocer para que las escuelas puedan aprovecharlas en la labor educativa” (Gutiérrez, 2005).

 








Bibliografía:

-         Carr, Nicholas. (2010). ¿Qué está haciendo internet con nuestras mentes?. Colombia: Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, S. A.
-         Gutiérrez Popoca, Marco. Efectos de la tecnología en la lectura, [en línea]. 23 de mayo de 2005. Disponible en la web: http://goo.gl/I20xa